dudo que cuando lo hayan hecho, todo el género huma–
no se mostrará sin dificultad de acuerdo para some–
terse a su obediencia.
§ 114. Aimque bastaría como respuesta a ia objeción
de que hablamos, ei hacer ver que implica a sus defen–
sores en idénticas dificultades que a aquellos otros
contra quienes la emplean, trataré, sin embargo, de
poner en evidencia ia debihdad de su argumentación
un poco más extensamente. Dicen ellos:
"Todos los hombres nacieron sometidos a un gobierno
y, por consiguiente, no pueden estar en libertad para
Iniciar otro nuevo. Todos los hombres han nacido bajo
el mando dé un padre o de un príncipe, y, por consi–
guiente, se hallan sometidos a una obediencia y fideli–
dad perpetuas," Es evidente que el género humano ja–
más aceptó ni tomó en consideración esa clase de so–
metimiento natura! dentro del que habían nacido; un
sometimiento al uno o al otro que los ligaba, sin haber
ellos otorgado su consentimiento, a seguir sometidos a
esos hombres y a sus herederos.
5 115. La historia no nos ofrece ejemplos más fre–
cuentes, lo mismo en lo sagrado que en lo religioso,
que los de hombres que se apartaron y retiraron su
obediencia de la jurisdicción bajo la cual habían nacido,
de la familia o de la comunidad dentro de la cual se
habían criado, y que establecieron nuevos gobiernos en
otras regiones. Así fue como surgió ese gran número de
pequerias comunidades políticas en las edades primiti–
vas, que se fueron multiplicando mientras hubo en sus
regiones espacio suficiente, hasta que las comunidades
más fuertes o más afortunadas engulleron a las más
débiles; y así es como se ha visto a esas comunidades
más importantes deshacerse para volver a formar Es–
tados más pequeños. Todos ellos son otros tantos tes–
timonios contra la soberanía paternal, y demuestran
claramente que no fue el derecho del padre transmitido
a sus herederos lo que en los comienzos dio origen a
ios gobiernos; porque en ese terreno era imposible que
se hubiesen constituido tantos pequeños reinos, y solo
habría habido una monarquía universal si los hombres
no hubiesen gozado de Übertad para apartarse de sus
familias y de su gobierno, fuesen aquellas y este los que
fuesen, a fin de marcharse y constituir otros Estados y
gobiernos que a ellos les parecieron convenientes.
§ 116, Eso fue lo que ocurrió en el mundo, desde el
principio hasta nuestros días. Hoy mismo, el haber na–
cido bajo una sociedad política y constituida de largo
tiempo atrás con leyes establecidas y formas de gobier–
no determinadas no constituye para los hombres estor–
bo alguno para su libertad, n¡ más ni menos que si hu–
biesen nacido en las seivas entre los pueblos errantes
que viven en ellas. Quienes quisieran convencernos de
que por el hecho de haber nacido bajo un gobierno nos
encontramos naturalmente convertidos en subditos del
mismo, y ya no tenemos título ni derecho alguno a la
libertad del estado de Naturaleza, no tiene posibilidad
de alegar otra razón fuña vez rechazada la del poder
paternal, que hemos refutado ya) sino la de que por
haber salido ya nuestros padres o progenitores del es–
tado de libertad natural, se comprometieron ellos y
comprometieron a sus descendientes a un sometimien–
to perpetuo ai poder que ellos aceptaron. Ciertamente
que cada cual está obligado a cumplir los compromisos
que ha contraído o las promesas que ha hecho, pero
nineün pacto puede obligar a sus hiios o a su posteri–
dad. Cuando un hiio llega a la mayoría de edad viene a
ser tan libre en todo como su padre, de modo que un
acto del padre no puede disponer de la libertad del
hijo, como no puede disponer de !a de nadie. Puede, sí,
vincular a la herencia de sus tierras determinadas con–
diciones, como subdito que es de una determinada co–
munidad, obligando con ello a su hijo a seguir en elia
si quiere disfrutar de las propiedades que fueron de su
padre. Eso es así porque siendo las tierras de propiedad
del padre, este puede disponer de ellas y someterlas a
las normas que bien le parezcan.
§ 117. Esto ha sido lo que, por regla general, ha in–
ducido ai error que reina en esta materia. Los Estados
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